Otro año más hemos cruzado el charco para que los alumnos disfruten de una de las experiencias americanas más intensas de sus vidas (aunque esperamos siempre que no sea la última y que este viaje sea la primera toma de contacto de otros muchos).
El viaje, como cada año, fue largo. Alguno decía que hay que recorrer medio mundo para venir a los Estados Unidos. Ni mucho menos, es solamente que las ganas de llegar son intensas y todos estaban muy nerviosos por lo que les esperaba las siguientes tres semanas.
La primera noche la pasamos en un hotel. La hora de nuestra llegada, aunque para nosotros sea el comienzo de la tarde, para los americanos es casi la hora de dormir. Por esa razón no los vimos hasta la mañana siguiente cuando el típico autobús amarillo que tanto nos recuerda a las series, dibujos y películas nos fue a recoger y nos llevó hasta el colegio.
Al llegar allí, hicimos una ruta por el colegio y ya algunos vieron a sus corresponsales. El resto los vieron después al finalizar las clases.
En el día a día nuestros alumnos se manejan perfectamente en el colegio. Ya saben dónde tienen que ir en cada momento y como van camuflados con el uniforme a veces es difícil saber si son ellos (aunque el tono de voz siempre nos delata...).
Este año en principio nos era imposible ir a Nueva York. Tras la catástrofe no hay buses regulares que vayan hasta el centro de la ciudad y nos dijeron que las cosas no estaban todavía como para visitarlas con los alumnos. Por ese motivo en un principio decidimos ir a Boston, y así lo hicimos. Sin embargo, estamos moviendo todo lo posible para que podamos visitar Nueva York la última semana del intercambio. No podremos ver toda la parte de la estatua de la libertad, pero sí el centro de la ciudad.
Como aperitivo fuimos a Boston y fue un día inolvidable para los alumnos. Hicimos parte del "Freedom Trail", un camino que te lleva por todas las partes importantes de la ciudad siguiendo unas baldosas rojas. Además visitamos el "Quincy Market", un mercado tradicional en el que venden mucha mucha comida que te entra por los ojos (bueno, y por la boca de muchos que no se pueden resistir a las manzanas cubiertas de chocolate, las enormes galletas de colores y toda la típica comida americana que allí tienen). También fuimos de compras por la ciudad y regresaron muy contentos. Comimos juntos en un restaurante muy gracioso en el que los camareros te "tratan mal" y te ponen gorros con mensajes...algo divertido y muy muy americano.
Esta semana es corta, tienen días libres por la fiesta de Acción de Gracias. Lo vivirán en familia. Toda una experiencia. A la vuelta del puente y del viaje a Nueva york os contaremos cómo ha ido todo. De momento...seguimos disfrutando.
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